sábado, 19 de mayo de 2012

1 CARTA DE PEDRO. INTRODUCCIÓN. AUTOR Y FECHA.

                   Autor, según la carta misma, es el apóstol Pedro, con la ayuda de Silvano, quien suele identificarse con el compañero de Pablo (1 Tes 1,1; 2 Tes 1,1: 2 Cor 1,19), llamado en los Hechos con la forma abreviada Silas (Hch 15,22-32; 15,40; 18,5). Se escribe desde Babilonia (5,13), denominación peyorativa de Roma en el Apocalipsis (14,8; 16,19, etc.), donde estaba Pedro en compañía de Marcos; éste aparece en los Hechos como natural de Jerusalén (12,12), primo de Bernabé y compañero de misión por algún tiempo de Bernabé y Pablo (Hch 13,5.13; 15,37.39; Col 4,10; Flm 24).

                  La opinión de los exégetas no es unánime respecto al autor de la carta. Algunos niegan resueltamente la atribución a Pedro, basándose en diversos argumentos.

                  El primero toma pie del refinado estilo griego, impropio de un judío de Palestina. Es evidente que, aunque con toda probabilidad Pedro conocía el griego, no habría podido nunca alcanzar tal estilo. Pero si escribió la carta con la colaboración de Silvano, el argumento deja de ser decisivo.

                  Tampoco es convincente el que se toma del contenido teológico, muy afín, según se sostiene, a la teología de Pablo e impensable en un judío-cristiano. Sin embargo, como ya se ha visto, falta toda mención de cuestiones centrales en Pablo, como la rehabilitación por la fe y la libertad respecto a la Ley. Están también ausentes la doctrina del Espíritu como principio rector de la vida cristiana, la oposición espíritu-carne, la asimilación por el bautismo de la muerte y resurrección de Cristo, la idea de la Iglesia cuerpo de Cristo y la de Cristo cabeza. Todas estas realidades se exponen usando símbolos diferentes. Se suele insistir en el uso de la fórmula "en Cristo" (O cristiano), peculiar de Pablo (1 Pe 3,16; 5,14), que pudo ser prepaulina o familiar a Silvano.

                  Hay que notar además la abundancia de reminiscencias evangélicas en la carta. No hay, pues, ningún argumento decisivo para negar la autenticidad del escrito, y ha de colocarse, por tanto, algún tiempo antes de la persecución de Nerón (64 d.C).

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