sábado, 19 de mayo de 2012

1 CARTA DE PEDRO. I. EL NUEVO NACIMIENTO. RENACER A LA ESPERANZA. 1,3-2,10.

               3¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesús Mesías!
               Por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo, para la viva esperanza que nos                     dio resucitando de la muerte a Jesús Mesías;
                4para la heredad que no decae, ni se mancha, ni se marchita,
                reservada en el cielo para vosotros, 5que, gracias
                a la fe, estáis custodiados por la fuerza de Dios;
                para la salvación dispuesta a revelarse en el momento final.
                6Por eso saltáis de gozo, si hace falta ahora sufrir por algún tipo de diversas pruebas; 7de esa manera los quilates de vuestra fe resultan más preciosos que el oro perecedero que, sin embargo, se aquilata a fuego, y alcanzará premio, gloria y honor cuando se revele Jesús Mesías. 8Vosotros no lo visteis, pero lo amáis; ahora, creyendo en él sin verlo, sentís un gozo indecible, radiantes de alegría, 9porque obtenéis el resultado de vuestra fe, la salvación personal.
               10Por esta salvación empezaron a interesarse y a investigar ciertos profetas que habían predicho la gracia destinada a vosotros. 11El Espíritu de Cristo que estaba en ellos les declaraba por anticipado los sufrimientos por Cristo y los triunfos que seguirían. 12Indagaban ellos queriendo saber para cuándo y para qué circunstancias lo indicaba, y se les reveló que aquel ministerio profético no miraba a ellos, sino a vosotros. Ahora, por medio de los que os trajeron la buena noticia, os lo ha comunicado el Espíritu Santo enviado del cielo. Los ángeles se asoman deseosos de verlo.
              13Por eso, con la mente preparada para el servicio y viviendo con sobriedad, poned una esperanza sin reservas en el don que os va a traer la manifestación de Jesús Mesías. 14Como hijos obedientes, no os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. 15No, igual que es santo el que os llamó, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, 16porque la Escritura dice: "Seréis santos, porque yo soy santo" (Lv 19,2).
              17Además, si podéis llamar Padre a aquel que juzga imparcialmente las obras de cada uno, conducíos con respeto mientras estáis aquí de paso, 18porque sabéis con qué os rescataron del modo de vivir idolátrico que heredasteis de vuestros padres: no con oro ni plata perecederos, 19sino con una sangre preciosa, la del Mesías, cordero sin defecto y sin mancha, 20escogido desde antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos por vosotros. 21Por medio de él confiáis en Dios que lo resucitó de la muerte y lo glorificó; así vuestra fe y esperanza están puestas en Dios.
             22Purificados ya internamente por la respuesta a la verdad, que lleva al cariño sincero por los hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. 23Porque habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y permanente, 24porque "todo mortal es hierba y toda su belleza es flor de hierba: se agosta la hierba y cae la flor. 25En cambio la palabra del Señor permanece para siempre" (Is 40,6-8). Y ésa es la palabra que os anunciaron.

2 1 Así pues, despojados de toda maldad, de toda doblez, fingimiento, envidia y de toda maledicencia, 2como niños recién nacidos, ansiad la leche auténtica, no adulterada, para crecer con ella hacia la salvación, 3ya que habéis saboreado lo bueno que es el Señor.
4Al acercaras a él, piedra viva desechada por los hombres, pero elegida y digna de honor a los ojos de Dios, 5también vosotros, como piedras vivas, vais entrando en la construcción del templo espiritual, formando un sacerdocio santo, destinado a ofrecer sacrificios espirituales que acepta Dios por Jesús Mesías. Porque está dicho en la Escritura: 6« Yo coloco en Sión una piedra angular, elegida y digna de honor: quien crea en ella no quedará defraudado» (Is 28,16). 7El honor es para vosotros los creyentes; para los incrédulos, en cambio, es la «piedra que habían desechado los constructores la que se ha convertido en "piedra angular»; 8más, «en piedra para tropezar y en roca para estrellarse» (Sal 118,22). Ellos tropiezan por ser "rebeldes al mensaje: ése es su destino.
9Vosotros, en cambio, sois linaje elegido, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo adquirido por Dios, para publicar las proezas del que os llamó de las tinieblas a su maravillosa luz. 10Los que antes no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; los que nunca habíais alcanzado misericordia, ahora habéis alcanzado misericordia.

EXPLICACIÓN.

1,3-2,10.     Himno. Dios y Padre, etc., d. 2 Cor 1,3; 11,31; Ef 1,3: Rom 15,6. Tema del nuevo nacimiento, que promete una vida sin fin (u viva esperanza), demostrada por la resurrección de Jesús (3) y que identifica con la heredad celeste (4). La fe o confianza en Dios es la defensa del cristiano; ella le asegura la fuerza divina; expectación de la liberación definitiva de las persecuciones y penalidades (5). 

La salvación aparece así al mismo tiempo como presente y como futura: nuevo nacimiento, nuevo horizonte, esperanza de vida para siempre, herencia imperecedera, liberación final. La fe, entrega vital a Dios, asegura el éxito.

Alegría del cristiano por su esperanza, aun en medio de las dificultades; la persecución hace madurar la fe (Sab 3,6; Eclo 2,5). Alegría que nace del amor a Jesús; la fe/adhesión a él es una experiencia liberación (6-9).

Ciertos profetas cristianos, probablemente de comunidades en territorio judío, habían predicho numerosas conversiones, seguidas de persecuciones (cf. 1,6), que serían, sin embargo, ocasiones de triunfo (cf. 1,7); el Espíritu del Mesías (esta expresión, además de la indeterminación «profetas», excluye que se trate de los profetas del AT) les reveló que las conversiones se verificarían no entre los judíos, sino entre los paganos (1,2; cf. 1,1). Alegría de la iglesia (1,12b). Ni siquiera los ángeles, considerados tradicionalmente como iniciados a los secretos de Dios, conocían este designio histórico que se da a conocer a los cristianos (10-12). Es un modo de subrayar la absoluta novedad que representa la integración de los paganos (cf. Ef 3,9: «el misterio oculto»; Col 2,2).

El autor desarrolla el significado de «consagración» (1,2), probablemente como instrucción a los recién bautizados: es la imitación de Dios, que es santo (nuevo código de santidad, en vez del legal de Lv 17-27): servicio, expresión del amor; sobriedad u opción por la pobreza; esperanza, que permite afrontar las dificultades; ruptura con la vida de antes, cambio de la escala de valores (13-14). La santidad de Dios significa su incompatibilidad con el mal. Seréis santos, etc., cf. Lv 11,44; 19,2; 20,7 (15-16).
El privilegio de llamar Padre al que los demás hombres miran como juez debe aumentar el respeto por aquel a quien se debe tal gratitud y que merece tal confianza (17). Estáis aquí de paso, cf. 1,1: «emigrantes dispersos»; sangre preciosa (19), la muerte del Hijo de Dios; cordero, etc., cf. Éx 12,5; Is 53,7. El plan de Dios existía desde siempre (20). La resurrección de Jesús, cuya vida se experimenta en la comunidad, es el fundamento de la confianza en el Padre (21). El propósito de! autor es principalmente moral: exhorta a vivir según las exigencias de la fe y avisa contra las consecuencias de la mala conducta.

La fe/adhesión, respuesta al mensaje de Dios, libera de! pasado (purificados) y hace capaz de amar a los demás (22). Eso significa el nuevo nacimiento a una vida sin término. La semilla, no humana, sino divina, es el mensaje de Dios, que comunica vida (23). Cita adaptada de Is 40,6-8 (24-25).

Parece que también estas exhortaciones aluden al bautismo. Cambio de vida, deseo de conocer el mensaje y ser fiel a él (2, 1). Para el neófito, e! mensaje cristiano es como la leche para e! recién nacido; auténtico es uno de los sentidos del gr. logikos. Apela a la experiencia espiritual de los neófitos (Sal 34,9).

Al acercaras, cf. Sal 34,6. La metáfora de la piedra viva se aplica a Jesús, piedra angular (cf. Mc 12,10; Sal 118,22) (4); el autor compara la comunidad a un templo construido sobre ella, del que los cristianos son las piedras por la adhesión a Jesús (cf. Mt 16,18); templo, «casa»; espiritual, constituido por la presencia del Espíritu, que da vida (piedras vivas). Traslada a los cristianos el carácter sacerdotal que en el judaísmo estaba reservado a los de! linaje de Aarón; como sacerdotes, pueden ofrecer los sacrificios que proceden del Espíritu. Bajo estas metáforas, el autor indica que e! lugar de la presencia de Dios en e! mundo ya no es un templo material sino la comunidad humana animada por e! Espíritu de Dios; que el privilegio de cercanía a Dios que se atribuía a los sacerdotes de las antiguas religiones es ahora propio de todo cristiano y, finalmente, que el modo de honrar a Dios ya no consiste en sacrificios, sino en seguir el impulso del Espíritu, que, identificando con Jesús, lleva a la entrega a los demás (5).

Añade el autor un centón de citas de la Escritura: Is 28,16 (6), para mostrar que es la fe/adhesión a Jesús la que produce los efectos antes expuestos; Sal 118,22 (7), señalando el fracaso de los adversarios de Jesús; Is 8,14, piedra para tropezar, etc. (8), cf. Mt 16,23, previendo la ruina de los que no aceptan el mensaje.

Explica el «honor» de v. 7. Los cristianos son linaje- elegido (Is 43,20), sacerdocio real (cf. Ap 1,6.10), nación consagrada (Éx 19,6), pueblo adquirido por Dios, para publicar, etc. (Is 43,21; Mal 3,17; Éx 19,. Dt 7,6; 14,2; 16,18; cf. Ef 1,14); todos los títulos son corporativos y autor los transfiere de Israel a la comunidad cristiana. Con su palabra con su vida, los creyentes han de mostrar, no sólo la bondad de Dio sino también su grandeza. El paso de las tinieblas a la luz incluye el de la muerte a la vida (9). Paradójicamente, la comunidad está formada en su mayoría por paganos; el autor encuentra en Os 1, 6.9; 2,1, una predicción del puesto que ocupan los paganos y de la defección de Israel (cf. Rom 9,25) (9-10). 


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